Kim y Alba son miembros nuevos del personal pero caras familiares en Casa de Paz. Ambas mujeres comenzaron a trabajar como voluntarias en 2019 y fueron contratadas a fines de 2021 para ayudar a los residentes y ayudar a que la casa funcione sin problemas.
Alba, quien estudia administración de marketing en Cincinnati State, se enteró de Casa de Paz como parte de su beca de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC), que requería trabajo voluntario en una agencia participante. Ahora se desempeña como Coordinadora de Voluntarios y Especialista en Apoyo Familiar, haciendo de todo, desde inscribir a los niños en la escuela hasta coordinar donaciones y encontrar ayuda para residentes embarazadas. Alba es originaria de Veracruz, México, y encuentra útil unir culturas mientras ayuda a las mujeres a navegar las difíciles aguas de la independencia.
“Muchas de las mujeres dependían de sus maridos y están aisladas porque no conocen el idioma”, dice. “En la cocina es donde tenemos las mejores conversaciones. Comienzo a cocinar y muy pronto todos están reunidos en la cocina, y ahí es cuando descubres lo que realmente está pasando”.
Kim, estudiante de mercadotecnia en la Universidad de Cincinnati-Blue Ash y nativa de Cincinnati, también comenzó a trabajar como voluntaria a través de LULAC. Ella ayuda a los residentes con las llamadas telefónicas y las montañas de papeleo que deben completar, realiza un seguimiento de las citas con el terapeuta y el médico, y completa otras tareas y mandados de la oficina, como ir a la tienda de comestibles.
Para ambas mujeres, caminar con los residentes el día de hoy ha brindado la oportunidad de usar lecciones que eran abstracciones antes de que comenzaran en Casa de Paz.
“Sé sobre salud mental y sé cómo funciona la mente, pero al verlo en persona, poniéndote en su lugar, te preguntas de qué otra manera puedes ayudar”, dice Kim. “Han pasado por mucho. Trato de tener una conexión con ellos, de modo que si tienen algo en mente, puedan hablar sobre ello y no tratar de quedarse solos”.
Kim y Alba también esperan ayudar a cada residente a crear un plan para el futuro, de modo que no solo estén sumidos en las tareas de supervivencia diaria, sino que alcancen metas personales. Si bien el trabajo nunca termina, esperan que los partidarios de Casa de Paz sepan que incluso los pequeños gestos tienen un gran impacto en las mujeres a las que sirven.
“Si tienes un poco de tiempo, tráelo aquí”, dice Kim. “Puede ser arte, manualidades, música; incluso solo un par de horas, es muy útil para ellos”.