Testimonios
La historia de Ana
Fue una noche inusualmente calurosa en el verano de 2002 cuando Ana * atravesó la puerta y encontró a su esposo, Juan *, enfurecido porque Ana no le había dejado la cena preparada antes de ir a trabajar a las 7 am. El estaba sin trabajo y se negaba a ayudar con las tareas del hogar. Últimamente, se había vuelto cada vez más agresivo, descargando sus frustraciones en ella. Tenía mucho tiempo libre. Comenzó a tratar de controlar su vida, cuestionándola cada vez que salía de la casa por cualquier motivo. En respuesta a sus reiteradas solicitudes, ella le prestó dinero y nunca recibió un centavo. Unas semanas después se enteró de que estaba embarazada.
Un día, Ana escuchó una conversación entre Juan y otra mujer. Cuando Ana se enfrentó a él, se puso violento y la golpeó tanto que terminó en el hospital. Varios meses después, Ana dio a luz a una niña a la que llamó Mónica.
Posteriormente, Ana descubrió que, si bien Juan no contribuía económicamente con ella ni con el cuidado de Mónica, estaba enviando dinero a una novia anterior en Puerto Rico. Más tarde, descubrió que él estaba en comunicación frecuente con otra mujer. Cuando ella lo confrontó por esto, se puso tan violento que tuvo que llamar al 911. Llegó la policía, pero Ana temía tanto por su vida y por su hijita que no presentó cargos contra Juan.
Volvió a quedar embarazada, pero su vida siguió siendo una montaña rusa. A veces Juan decía que la amaba; otras veces la amenazaba con matarla.
Los incidentes relacionados con el abuso nunca parecieron detenerse. Dio la casualidad de que Ana y Juan estaban trabajando en el mismo lugar. En una ocasión, cerca del final del día, Ana entró en una habitación y encontró a Juan abrazando a otra compañera de trabajo. En el coche, de camino a casa, Ana se enfrentó a él. Él se volvió loco, le dio un puñetazo en la cara y le tiró del pelo, incluso mientras trataba de conducir. Ana no pudo hacer nada hasta que Juan se detuvo en un semáforo en rojo. Luego, temiendo por su vida, salió y corrió en busca de ayuda.
Ana decidió que ya había tenido suficiente. Se llevó a Mónica y todos sus documentos importantes y se fue a un refugio, embarazada del segundo hijo. Juan seguía llamándola. La experiencia en el refugio fue muy desafiante. Con su pobre inglés, Ana no podía comunicarse adecuadamente ni con el administrador de la casa ni con los demás residentes. En consecuencia, sus necesidades simples no fueron satisfechas. Monica y ella estaban apiñadas en una pequeña habitación con otra familia que parecía despreciarla. Se sentía completamente fuera de lugar.
Finalmente, Ana pudo encontrar varios trabajos ocasionales, incluido uno limpiando habitaciones de hotel. Con la ayuda de su hermana, pudo pagar el alquiler de una casa pequeña y al mismo tiempo mantener a sus dos hijos. Por el momento, su situación de vida es estable. Ana es miembro activo del Grupo Fenix. Su deseo es compartir su historia y ayudar a mujeres como ella que sufren violencia doméstica.
* Aunque esta historia refleja una historia real, los nombres se han cambiado para proteger la identidad de los involucrados.